martes, 25 de noviembre de 2025

RECOMENDAMOS: Vivero de A.J. Ponce


 Crucigramas, dibujos, frases censuradas, tipografías, taxonomía, química orgánica, cartelería callejera... Esta novela es formalmente vanguardista de verdad, su estructura propone la divergencia centrípeta. El tema es un espacio vacío que da lugar a las esquirlas de una existencia, memoria, teoría, reflejo que aparece, desaparece, entra, sale, no se explica y se siente. La conexión entre los cachos y la lógica orgánica que imbrica con la idea biológica de lo vegetal, central en la propuesta narrativa, tiene la forma de un rizoma deleuziano, pero no aparece la palabra rizoma ni el nombre de Deleuze por ninguna parte, y esto es algo que le agradecemos inmensamente al autor. Tampoco aparece el nombre de Nicanor Parra, Juan Luis Martinez, Alejandro Zambra, poéticas fuertemente presentes en el texto, formal y estilísticamente, pero no como emulación, sino como tradición de la vanguardia nacional y que se elaboran desde una escritura muy consciente y formulada en su presente, pues seguramente en Chile, país de la anti-poesía y La nueva novela, país de pura vanguardia, rigor y experimentación en página, este texto no impacte tanto y resulte coherente pero sí muy bien trabajado. (Esto me dicen mis fuentes chilenas, que también vieron con buenos ojos esta novela debut). Pero sobre la tradición literaria del país larguito y por qué es quizá la mejor literatura en español actual.

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