viernes, 25 de octubre de 2019

De auctoribus illustribus: J.K. Rowling

Con este título tan rimbombante, “Sobre los escritores ilustres”, comenzamos una sección en nuestro blog de la Biblioteca San Fernando, en la escribiremos una pequeña semblanza de los novelistas, cuentistas y autores, en general, de literatura juvenil que más gustan en nuestros días. Tras una breve reseña biográfica y presentación de su obra, os proponemos conocer mejor la trayectoria del autor escuchando una entrevista, en la que explica el proceso de creación, comenta sus gustos y desvela hasta qué punto las experiencias personales inspiran sus obras. Como remate y botón de muestra, escogeremos también un fragmento de alguna de sus creaciones.

Comenzamos, pues, con una novelista de todos conocida, la británica J. K. Rowling (Yate, Reino Unido, 1965), quien gracias a la saga de Harry Potter pasó del más absoluto anonimato al éxito internacional más rotundo. Cuando en 1995 presentó el primer volumen, Harry Potter y la piedra filosofal, a editores británicos, mientras percibía un subsidio social con el que a duras penas vivía, no podía imaginarse lo que el destino le tenía reservado… fama, riquezas, éxito, reconocimiento, todo en grado superlativo.



Aunque hasta doce editores rechazaron el manuscrito para su publicación -como es habitual en los autores noveles-, su suerte cambió, cuando el azar quiso que cayera en manos de un agente de la mayor editora de libros infantiles de Estados Unidos, la Scholastic Inc. Enseguida, se percató de las posibilidades que un libro tan legendario, tan imaginativo y mágico, podía tener entre los jóvenes lectores de su país, donde la mitología británica atrae sobremanera. Y lo más importante, vislumbró la carrera prometedora que tendría también en el séptimo arte.


La editoral estadounidense compró los derechos de publicación de la obra por unos cien mil euros. A partir de entonces, J. K. Rowling pudo dedicarse a su pasión: la escritura.

Sin más demora, traemos ahora una entrevista a la autora:

Y, por último, extraemos este fragmento de Harry Potter y la piedra filosofal:

"Un día del mes de julio, tía Petunia llevó a Dudley a Londres para comprarle su uniforme de Smelting, dejando a Harry en casa de la señora Figg. Aquello no resultó tan terrible como de costumbre. La señora Figg se había fracturado la pierna al tropezar con un gato y ya no parecía tan encariñada con ellos como antes. Dejó que Harry viera la televisión y le dio un pedazo de pastel de chocolate que, por el sabor, parecía que había estado guardado desde hacía años.
Aquella tarde, Dudley desfiló por el salón, ante la familia, con su uniforme nuevo. Los muchachos de Smelting llevaban frac rojo oscuro, pantalones de color naranja y sombrero de paja, rígido y plano. También llevaban bastones con nudos, que utilizaban para pelearse cuando los profesores no los veían. Debían de pensar que aquél era un buen entrenamiento para la vida futura.
Mientras miraba a Dudley con sus nuevos pantalones, tío Vernon dijo con voz ronca que aquél era el momento de mayor orgullo de su vida. Tía Petunia estalló en lágrimas y dijo que no podía creer que aquél fuera su pequeño Dudley, tan apuesto y crecido. Harry no se atrevía a hablar. Creyó que se le iban a romper las costillas del esfuerzo que hacía por no reírse.
A la mañana siguiente, cuando Harry fue a tomar el desayuno, un olor horrible inundaba toda la cocina. Parecía proceder de un gran cubo de metal que estaba en el fregadero. Se acercó a mirar. El cubo estaba lleno de lo que parecían trapos sucios flotando en agua gris.
—¿Qué es eso? —preguntó a tía Petunia. La mujer frunció los labios, como hacía siempre que Harry se atrevía a preguntar algo.
—Tu nuevo uniforme del colegio —dijo.
Harry volvió a mirar en el recipiente.
—Oh —comentó—. No sabía que tenía que estar mojado.
—No seas estúpido —dijo con ira tía Petunia—. Estoy tiñendo de gris algunas cosas viejas de Dudley. Cuando termine, quedará igual que los de los demás.
Harry tenía serias dudas de que fuera así, pero pensó que era mejor no discutir. Se sentó a la mesa y trató de no imaginarse el aspecto que tendría en su primer día de la escuela secundaria Stonewall. Seguramente parecería que llevaba puestos pedazos de piel de un elefante viejo."

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